Por: Gabriela Reyes Rodas, AIN Research Fellow
- INTRODUCCIÓN
Las políticas antidrogas enfocadas en la erradicación forzosa de cultivos de coca impulsadas por Estados Unidos han fracasado. Evidencia de eso que de acuerdo a los últimos datos disponibles comparables de los tres países productores de hoja de coca, Colombia, Perú y Bolivia, los cultivos de hoja de coca han llegado a su pico mas alto con un total de 254.400 hectáreas el 2017 (UNODC, 2019).
Por su parte, en los últimos años, Bolivia ha pasado de representar el 18% del total de los cultivos de hoja de coca a nivel mundial en 2006, a tener el 10% de la superficie de hoja de coca en 2018 y, de tener 31.000 hectáreas de superficie de cultivos en 2010 a tener 23.100 hectáreas en 2018, ultimo año disponible a la fecha. Sin embargo, la historia de Bolivia en su lucha por un modelo exitoso de erradicación de cultivos de coca no ha sido fácil. Antes del acuerdo del cato y de que Evo Morales, presidente de las 6 Federaciones de Coca del Trópico Cochabambino, asumiera la presidencia con mas del 54% del voto popular en 2006, la políticas de mano dura, erradicación forzosa y desarrollo alternativo a la hoja de coca han tenido resultados desfavorables. Es así que luego de que Morales llegara a la presidencia, el Estado boliviano vivió un cambio de paradigma en su política de lucha contra el narcotráfico, con un enfoque que se ha centrado principalmente en el respeto a los derechos humanos.